«WALSI SE HACE MAYOR » CAPÍTULO 15º

El duelo por la pérdida del príncipe Walsian se prolonga varios días, pero en el corazón de Yá-Xué parece eternizarse. A pesar del dolor que le aflige por dentro, ella procura mostrarse alegre delante de su hijo, llevando una vida lo más normal posible. Cada amanecer entrena con su hijo y el jefe. Después pasean a caballo cerca del río, donde se vuelve a escuchar el sonido del gong, lo que provoca las lágrimas de Yá-Xué al recordar los paseos con su esposo y la risa que el oir el gong les causaba. Después del paseo va hacia la escuela, donde le esperan decenas de críos con ansias de aprender.

Cada año viajarán al reino del abuelo de Walsi en verano. Este año marcharán algo más tarde, pues debido al luctuoso suceso de la muerte del esposo de Yá-Xué, se encuentran sin ánimos para emprender tan largo viaje, pero ella piensa que el ver a su nieto será un consuelo para sus suegros, a los que imagina muy dolidos. Así que preparan todo y parten hacia el reino de Walsian.

Encuentran a los reyes más afectados de lo que imaginaban. De nuevo, Walsi resulta ser un gran consuelo para ellos. Yá-Xué se alegra de haber ido a visitar a sus suegros. El jefe también se alegra de estar con ellos y de tratar de hacerles más llevadero el dolor por la pérdida de su amado hijo.

Han pasado cinco años desde el fallecimiento de Walsian. El pequeño Walsi ya es un hermoso adolescente. Su carácter simpático y su inteligencia le han hecho ganarse el respeto y el cariño de todo el poblado. Su madre le adora y su abuelo, el jefe, se siente orgulloso de él, que a pesar de su corta edad, demuestra una madurez propia de un hombre adulto. Siempre está pendiente de su madre. Es un estudiante modelo. Físicamente se parece mucho a su padre, pero en sus maneras es más como el jefe, algo rudo y terco, con un gran sentido de la justicia. Pronto cumplirá los trece años y su otro abuelo, el rey, le ha comunicado al jefe su propósito de llevárselo al reino para que asista a la Universidad y ser educado como su sucesor al trono.

Es un paso muy duro para Yá-Xué y para el jefe, pero admiten que es su obligación, pues Walsi es el heredero de un reino y nadie tiene derecho a oponerse a que se cumpla su destino.

Ese mismo verano viajan al reino con la intención de dejar allí a Walsi cuando ellos, padre e hija, regresen a su pueblo. Tanto Walsi como los reyes les suplican que se queden los dos en palacio. El jefe regresa solo a su pueblo, pero promete volver con su familia cuando encuentre a alguien que le sustituya en su puesto de jefe.

Al cabo de diez años fallece el rey. Walsi es coronado como Walsian II, ya que su abuelo, el fallecido rey, se llamaba como él. El jefe se traslada al reino para permanecer para siempre junto a su nieto y su hija Yá-Xué.

FIN

Este cuento está registrado desde Marzo del 2015 en el Registro de ls Propiedad Intelectual. Prohibido reproducirlo todo o en parte sin el permiso de la autora.

Capítulo 14º » La desgracia se cierne sobre la familia de Yá-Xué «

El año anterior, durante el tiempo en el que Yá-xué y su familia permanecieron en el reino de Walsian, regresó Hamal a casa de sus padres con Helena, con la que contrajo matrimonio en Holanda, y los tres hijos que esta le había dado. Al parecer las cosas no le fueron demasiado bien en aquel país, ya que al casarse con Helena sus trabajos como pintor bajaron de calidad o bien, su arte no gustaba tanto en Holanda como en París y apenas vendía nada.

Él se sentía frustrado y un día  decidió volver a casa de sus padres. Helena intentó adaptarse a la cultura y las costumbres de la familia de Hamal por amor a su esposo y a sus hijos, pero su suegra la trataba como a una esclava, obligándole a realizar todas las tareas del hogar e incluso golpeándola a veces, sin que Hamal intercediera nunca por ella, muy al contrario, le decía a su mujer que su obligación era ser sumisa con él, su madre y el resto de la familia.

Tras soportar un duro invierno, al cual Helena pensaba que no se acostumbrarían jamás ni ella ni sus niños, pues tuvo que ver como enfermaron  en dos ocasiones, se prometió a sí misma que eso no volvería a suceder.

Un día salió de casa decidida a coger el dinero que había escondido por si surgía alguna emergencia y era un regalo que su madre le hizo antes de salir de Holanda, además de las pocas joyas que aún conservaba, también escondidas.

Helena tomó una decisión : Se escaparía de casa de sus suegros, y cuando estuviera en Holanda les contaría a sus padres lo mal que le hicieron sentirse en casa de Hamal. Ideó la manera de regresar a por sus hijos con la ayuda de sus padres, pues llevarlos consigo le parecía una auténtica locura, algo demasiado peligroso para unos niños tan pequeños. Pagaría a alguien para que le acercara a la estación de tren más próxima. Ella no sabía cuantos kilómetros le separaban de una estación…Y tampoco sabía donde se iba a meter.

Su esposo fue avisado por los mismos que negociaran con Helena y habían cobrado por un servicio que nunca realizarían. No avanzaron mucho. Apenas recorridas un par de millas en aquel desvencijado carromato, Hamal le dio alcance y la obligó a deshacer el camino. En esta casión no fue la suegra, si no el mismo Hamal quien la golpeó  hasta dejarla inconsciente.

Otra cosa que Helena odiaba era tener que cubrirse el rostro delante de la gente. Ella tan acostumbrada antes de casarse a sus amigas y una vida social intensa, ahora se encontraba totalmente sola e indefensa entre todos aquellos energúmenos. No entendía esa cultura. Hasta los alimentos le resultaban repugnantes. Adelgazó mucho, tanto que su aspecto demacrado, las ojeras y el caminar encorvada por el temor a qué le harían cada día, la convertían en alguien desconocido hasta para ella misma cuando se miraba en el río mientras lavaba la ropa de toda la familia.

A pesar de todas sus desgracias, Helena tuvo suerte, pues una mañana su esposo le dijo que el jefe les había invitado para que asistieran a la inauguración del nuevo hospital esa misma tarde. Ella pensó que, tal vez, las mujeres del poblado eran tratadas como ella. Su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró de nuevo con Yá-Xué y se percato de lo diferente que era la vida de la princesa de la suya. Observó que todas las mujeres llevaban el rostro destapado y disfrutaban como los demás del evento. Ella, en cambio, se sentía triste, acomplejada y derrotada delante de de aquellas personas, como si no valiera nada ni le importara a nadie.

Aunque Hamal le había dado órdenes estrictas de no separarse de él en nigún  momento, ella no tuvo más remedio que apartarse, porque así lo decidió el jefe cuando les pidió a Hamal y a Walsian que le acompañaran con la excusa de enseñarles algo y no permitió ir con ellos a las mujeres. El jefe no era tonto y al ver el estado de deterioro en que se encontraba Helena, que con poco más de veinte años parecía ser casi una anciana, cosa de la que también su hija se dio cuenta y lo comentó con él, ideó un plan : alejaría  a Hamal de su mujer como fuese para darle a su hija la ocasión de hablar con ella y enterarse que tal le va en su nueva vida con los padres de él. El jefe y su hija habían oído acerca de los malos tratos de los que Helena estaba siendo víctima, pero querían enterarse de primera mano para intentar hacer algo por la joven esposa y sus hijos.

Yá-Xué invita a Helena a ver el «palacio» de su padre en el que vive con su familia  desde hace algunas semanas. Esto es sólo una excusa para que, estando dentro, no les interrumpa nadie. La nodriza les trae té y pastas mientras ellas dos hablan de sus respectivos matrimonios y de sus hijos. Yá-Xué le pide a Helena que se descubra el rostro, ya que está entre mujeres. Al principio Helena se muestra reacia a destaparse, pero acaba accediendo sin decir nada y agachando la cabeza. La nodriza se tapa la boca asombrada, ya que lo que ve no es normal. Por mucho que Helena intente disimular, no puede ocultar las huellas de los malos tratos que sufre. Yá-Xué se dice a sí misma que tiene que ayudar a esta mujer como sea, pues de seguir así, no tardará en dejar a sus hijos huérfanos. Le pregunta a Helena si es feliz y esta echa a llorar sin ningún reparo. Le dice que si quiere ser ayudada y Helena se abraza a ella rogándole que por favor haga algo, si puede, por ella y por sus hijos.

Salen del palacio las tres mujeres. Al ver las expresiones de desagrado con que les miran Hamal intuye que su mujer les ha contado algo e instintivamente alarga el puño para golpearla. Walsian le sujeta el brazo con energía y no permite que alcance su objetivo. Hamal se retuerce y empuja con todas sus fuerzas al príncipe, con tan mala suerte que  al caer, este se golpea la cabeza contra un peldaño de la entrada del palacio y fallece al instante. El jefe hace arrestar a Hamal, aunque su primer impulso ha sido acabar allí mismo con él, pero se contiene a duras penas y dice lleno de ira :

– Tú y tus padres pertenecéis a mi pueblo y en mi pueblo la gente se respeta y los hombres no pegan a las mujeres ni les obligan a cubrirse el rostro.Volviéndose a Helena le pregunta: ¿Te gusta como te han tratado en casa de tus suegros que son gente que pertenece a mi pueblo ?

Helena niega con la cabeza sin atreverse a levantar la vista del suelo. Dentro de ella el miedo se enfrenta a la esperanza, pues desconoce al jefe y no sabe lo justo y bondadoso que puede ser este hombre. Ella piensa que, tal vez no se libre de las represalias por la acción de su marido y se queda momentáneamente sin palabras.

El jefe prosigue diciendo a sus hombres :

– Meted en el palacio al príncipe.

Yá-Xué llora desconsolada sobre el pecho de su amado esposo. Su padre y la nodriza la apartan de él para permitir que lo levanten y lo entren dentro del palacio. El jefe ordena a sus generales juzgar al día siguiente al amanecer al asesino y envía a buscar a los hijos de Helena con la intención de hacerles viajar a su país junto con su madre en pocos días.

El duelo por Walsian se prolonga. Su cuerpo es embalsamado, por que es lo que Yá-Xué ha pedido al jefe. Ella no querría que fuese incinerado, ni enterrado… Ella no se resigna a pasar lejos de él el resto de su vida, pero el jefe la convence de que hay que darle sepultura y hace construir un monumento con una cripta para que esto se lleve a cabo cerca del palacio.

Hamal ya ha sido juzgado por la muerte de Walsian y condenado a morir. Su familia es desterrada y su casa quemada. Nadie quiere volver a verlos jamás. El jefe jura que mientras él viva no permitirá que en sus tierras se instalen gentes con costumbres tan poco racionales y tan inhumanas.

 

 

 

 

» Se despeja el misterio del gong » Capítulo 13º

Pasan los meses de frío intenso y de nuevo la primavera llega suavizando el clima, haciendo más largos los días e impregnando todo de color y luz. Se reanudan las obras con vigor, pues durante el invierno ha permanecido todo bastante aletargado. Aunque el palacio del jefe no es más que una casa grande, no se concluye su edificación hasta bien entrado el mes de Junio. Lo mismo sucede con el hospital, el nuevo colegio y otros edificios.

Han llegado, por fin, los nuevos doctores y varias enfermeras. El hospital se ha construid sobre un terreno algo elevado, ya que cuando cae la nieve suele cubrir, a veces, una altura de varios metros sobre el suelo. La misma medida se ha tomado con el colegio y el resto de edificaciones a las cuales se accede mediante una escalinata de uno o dos  metros.

El jefe y su familia continúan con su rutina de entrenamiento al amanecer y paseo a caballo cada día. De nuevo, cuando pasean cerca del río, vuelven a escuchar el estruendo del gong y el jefe, nada más regresar al poblado, envía a varios de sus hombres a explorar los alrededores para ver de donde procede aquel sonido.

Varias horas después, ya de regreso, los exploradores  aclaran el misterio :»Se trata – le dicen al jefe – de unos monjes que, cuando hace su aparición el buen tiempo, se suelen instalar cerca de los montes mientras  construyen un monasterio, pero en llegar las nevadas emigran al Sur «.

– ¡Valla! – dice el jefe – He oído que eso mismo hacen los pájaros en otras latitudes. Y, ¿por qué se escucha el gong tan cerca del río ?- pregunta.

Los hombres le responden que eso lo ignoran. Tal vez se trate del eco de las montañas…

«EL POBLADO SE MODERNIZA » Capítulo 12º

A los pocos días de estancia en su pueblo, el jefe, los ingenieros y todos los técnicos venidos de Occidente elaboran un plan de trabajo. Lo primero que hacen es buscar mano de obra entre los hombres del poblado para construir una presa donde se instalarán los generadores eléctricos. El jefe envía a varios de sus hombres al Sur en busca de madera para los postes eléctricos y otros usos. Los canteros arrancan grandes piedras a las montañas para las construcciones que el jefe tiene en mente, cuyos planos ya ha encargado a los arquitectos. Todo el pueblo colabora en llevar a cabo todas las mejoras que convertirán al poblado de gers en una ciudad moderna y acogedora.

Los agricultores que el jefe ha traído de Occidente enseñan a las gentes a aprovechar el final del invierno, cuando se aproxime la época de clima suave para sembrar sus huertos y cosechar los productos más necesarios.

Se da comienzo a la construcción de un palacio que será donde se alojen el jefe y su familia. Algunos hombres, siguiendo las directrices de los arquitectos, comienzan a edificar sus propias casas. Tienen muy pocas semanas para concluir algunas de las obras, antes de que la época de las nieves les imposibilite el seguir adelante, así que se afanan agónicamente en el empeño de dejar terminado todo lo que sea posible.

Los ingenieros no dan abastos a formar a los bisoños ciudadanos en el oficio de electricista. No obstante y a pesar de todos los obstáculos, sólo se han tardado dos meses en levantar los edificios de la central eléctrica y en instalar cables, interruptores y bombillas en todos y cada uno de los hogares. Los ingenieros le comunican al jefe que esa misma tarde darán luz al pueblo para comprobar si todo ha ido bien. El jefe le dice a su pueblo que a las cuatro p.m. giren las llaves de la luz de sus viviendas. El pueblo se toma la experiencia como un ritual. Algunos piensan que no sucederá nada y otros, los más optimistas, esperan que haya un milagro o algo así.

A las cuatro p.m. se encienden las luces y todos quedan anonadados por tan mágico invento. En el ger del jefe todo son celebraciones y risas. Los ingenieros son felicitados por el jefe, su familia y por los ciudadanos más prominentes. Por fin la civilización ha dado su primer paso en el pueblo.

Las edificaciones avanzan a un ritmo acelerado, pero aún quedan meses para ver todos los edificios terminados. Por sugerencia de los arquitectos, el jefe ha ordenado comenzar a construir un hospital, pues en ocasiones algunos ciudadanos se han enfermado y el único doctor que hay en el pueblo ha tenido que desplazarse de un lugar a otro para atenderlos a todos con la consiguiente pérdida de tiempo, tan importante en algunos casos para el enfermo. Teniendo un hospital, el doctor o los doctores raramente deberán desplazarse, lo cual en invierno es una auténtica odisea, y de este modo  cuidarán mejor a  sus pacientes más graves.

El jefe ha llamado al único médico con el que cuentan en la actualidad para que le oriente y asesore acerca de las necesidades de un hospital. El doctor se ha quejado de no tener ni un simple ayudante y el jefe ha hecho buscar en el poblado a algunos jóvenes que han tenido la experiencia de cuidar a algún enfermo entre sus familias para que provisionalmente ayuden al doctor. Ha hecho llamar a varios doctores y enfermeras del reino del príncipe Walsian para que trabajen en el  nuevo hospital. Además ha pedido al rey que le envíe instrumental médico y todo lo necesario para amueblar las dependencias hospitalarias, cuando arribe el personal sanitario procedente de su reino.

Mientras el príncipe Walsian ayuda a su suegro a organizarlo todo, Yá-Xué ha convertido un ger en escuela, donde enseña a leer, escribir, matemáticas y otras materias a las niñas. Al principio sólo asisten algunas niñas, pero en menos de un mes se matriculan algunos niños también. Es un buen comienzo, piensa Yá-Xué.