CAPÍTULO 1:» Yá-Xué la niña de las nieves»

Muy al Oeste de Asia, no demasiado lejos de China, en la estepa, cerca de la cordillera de Karakorum ,se ha instalado un campamento. Cientos de gers son ocupados por los más terribles guerreros del Oriente. En el ger del jefe, esta noche de luna llena, la actividad no es nada habitual. Varias mujeres atienden a la joven esposa que está dando a luz a su primer hijo. A pesar de la gelidez del clima en estas latitudes en pleno mes de Enero, el jefe permanece fuera del ger acompañado por sus gentes alrededor de una hoguera. Él no quiere estar lejos de su amada, incluso rehúsa refugiarse. Pasan los minutos y las horas…La oye gritar y piensa :»¡Pobre amada mía!»

La Luna ilumina las cumbres nevadas a lo lejos,mientras él sueña con el momento en que tenga a su hijo en brazos…¡Que orgulloso se siente !Mientras sus ojos se concentran extasiados en el chisporroteo del fuego, piensa en el nombre que le dará…Debe ser el de algún valiente guerrero…,o tal vez le ponga Yong-Kanc , que significa «valiente» en su idioma. Le parece que han pasado siglos, aunque, en realidad, sólo han sido dos horas, cuando una de las mujeres se asoma y le da la noticia : «Ha sido una niña «. El jefe se siente algo decepcionado, pero entra y le ponen en sus brazos aquel pequeño envoltorio del que asoma una cabecita que lo mira con sus ojitos azules . Siente que se ablanda por dentro y la aprieta con suma delicadeza contra su pecho, mientras realiza un esfuerzo titánico para no permitir que una lágrima se escape de sus ojos. En ese momento cambió totalmente su forma de pensar : ¡ No habría cambiado aquella niña ni por los mejores varones del mundo ! Se acerca a su mujer, le acaricia la frente, se inclina, la besa en los labios y le dice : » Gracias Dusinka «.

La esposa  es una mujer muy bella a la que conoció en una de sus expediciones más allá de los montes. Recuerda como quedó extasiado la primera vez que la vio. Nunca antes encontró a nadie que tuviese un cabello tan dorado, unos ojos tan azules ni una tez tan blanca. Le impactó tanto que llegó a pensar que estaba delante de un ser sobrenatural…,una diosa…

Ahora , su amada diosa le parece aún más hermosa, pero algo de lo que observa no le gusta en absoluto : Las negras ojeras de su amada, su mirada apagándose por momentos, esas trémulas manos que buscan las suyas con el ansia de un náufrago…Se echa a su lado poniendo a la niña entre los dos, acaricia el rostro y el cabello de su mujer, mientras los ojos de ella se van cerrando lentamente y una  última sonrisa se dibuja en su precioso rostro…Ella no quiere que él la recuerde triste.

Él, acostumbrado como está a ver la muerte, se levanta del lecho, hace salir del ger a las mujeres que aún permanecen dentro, y cuando se queda solo con su esposa y su bebé, el temible guerrero, se arrodilla junto a ellas y rompe a llorar como un niño. Tras un rato de estar derramando las lágrimas más amargas de su vida, se enjuga el rostro con el agua de una palangana y recobrando la compostura, sale fuera para buscar una mujer que le ayude a cuidar de su hija, una nodriza.

A pesar del fuerte viento y de la baja temperatura, tanto sus compañeros como las mujeres permanecen fuera alrededor de una gran hoguera. Cuando le ven aparecer le rodean solícitos y expectantes . Nadie puede imaginar ,viendo su serena expresión, la dolorosa  y secreta escena que este hombre acaba de protagonizar , transido de dolor, junto a su mujer y su hija.

Miró a todos y habló si afectación alguna :

– Mañana enterraremos a mi esposa. Quiero una buena nodriza para mi hija.

Entra de nuevo y sale con la pequeña en los brazos. La alza para que todos la vean y dice:

-A partir de ahora, esta niña es el tesoro más importante de la Tierra. Su nombre es Yá-Xué.

Una de las mujeres se le acerca y le dice :

-Señor , hace dos semanas tuve dos niños, que nacieron tan pequeños que sólo sobrevivieron cuatro días. ¿Te parece bien que sea yo quien críe a la princesa Yá-Xué ?

El jefe la mira y dice :

-Aliméntate bien mujer. No quiero que le falte nada. Pídeme lo que necesites para ti y para mi hija.

A continuación le entrega la niña a la mujer y él se queda con todos junto a la hoguera velando. De vez en cuando las mujeres sirven té y dulces para ayudarles a pasar la noche.

Este triste episodio en la vida del padre de Yá-Xué , se irá difuminando con el tiempo, hasta el punto de que en su mente los dulces momentos de maravillosa convivencia con el gran amor de su vida son los únicos que perviven y le animan a seguir adelante y cuidar de que su hija tenga una infancia feliz.